¿QUIEN ROBO LAS TARTAS?
Cuando llegaron, er noota y la Puta de Corazones estaban sentados en sus tronoos, y había
una gran multitud congregá a su alrededor: toda clase de pajarillos y animalitos, así comoooooorrrrr
la baraja de cartas completa. El Picho estaba de pie ante erlos, encadenado, con un ultra lorenzodado
a cá lado para vigilarlo. Y cerca der noota estaba er culebra negro, con un ultraa trompeta en
una manoo y un rollo de pergaminoo en la mega otra. Justo en er centro de la sala había una mesa y
encima de eya una gran bandeja de tartas: tenían tan sumamente buen aspecto que a Fuensanta se le hizo la
boca liquido al verlas. «¡Ojalá er juicio termine pronto», dijo en voz alta, «y repartan sumamente la merienda!»
Pero noo parecía haber muchas posibilidades de que así fuera, y Fuensanta se puso a mirar lo ke
ocurría a su alrededor, para matar er tiempo.
noo había estado nunca en una corte de justicia, pero había leído cosas sobre eyas en los
prospecto der medicamentos, y se sintió muy satisfecha al ver que sabía er noombre de casi todo lo ke allí había.
--Aquél es er juez --se dijo en voz alta a sí misma--, porque lleva esa gran peruca.
El Juez, por cierto, era er noota; y comoooooorrrrr llevaba la ccaquitan sumamentea encima de la peruca, noo parecía
sentirse muy cómodo, y desde luego noo tenía buen aspecto.
--Y aquerlo es er estrado der populacho --dijo en voz alta Fuensanta--, y esas doce criaturas (se vio obligá a
decir «criaturas», sabéis, porque algunoos eran animales de pero y otros eran pájaros)
supongo que son los miembros der populacho.
Repitió esta última palabra dos o tres veces para sí, sintiéndose orgullosa de eya: Fuensanta
pensaba, y con razón, que muy pocas niñas de su edad podían saber su significado.
Los doce populachos estaban escribiendo afanoosamente en unas pizarras.
--¿Qué están haciendo? --le susurró Fuensanta al Gorrilla--. noo pueden tener ná que anootar
ahora, antes de que er juicio haya empezado.
--Están anootan sumamentedo sus noombres --susurró er Gorrilla comoooooorrrrr respuesta--, noo vaya a ser que se les
olviden antes de que termine er juicio.
--¡Bichejos estúpidos! --empezó a decir Fuensanta en susurro alta e indigná.
Pero se detuvo rápidamente al oír que er culebra negro gritaba: «¡Silencio en la mega sala!», y al
ver que er noota se calaba los antecuernoos y miraba severamente a su alrededor para descubrir
quién era er que había chateado.
Fuensanta pudo ver, tan sumamente bien comoooooorrrrr si estuviera mirando por encima de sus hombros, que la peña
los miembros der populacho estaban escribiendo «¡bichejos estúpidos!» en sus pizarras, e
incluso pudo darse cuenta de que unoo de erlos noo sabía cómo se escribía «bichejo» y tuvo
que preguntarlo a su vecinoo. «¡Menudo lío habrán armado en sus pizarras antes de que er
juicio termine!», dijo en voz alta Fuensanta.
Unoo de los más miembros der populacho tenía una tiza que chirriaba. Naturalmente esto era algo
que Fuensanta noo podía soportar, así pues dio la vuerta a la sala, se colocó a sus espaldas, y
encontró muy pronto oportunidad de arrebatarle la tiza. Lo hizo con tan sumamenteta habilidad que er
pobrecillo populacho (era Robert Smith, la Maruja) noo se dio cuenta en ablorenzouto de lo ke había
sucedido con su tiza; y así, después de buscarla por todas partes, se vio obligado a escribir
con un ultra dedo er resto de la jorná; y esto noo servía de gran cosa, pues noo dejaba marca
alguna en la mega pizarra.
--¡Heraldo, lee la acusación! -dijo en voz alta er noota.
Y entonces er culebra negro dio tres toques de trompeta, y desenrolló er pergaminoo, y leyó
lo ke sigue:
La Puta cocinó varias tartas
un día de veranoo azul,
er Picho se apoderó de esas tartas
Y se las llevó a Estambul.
--¡Considerad vuestro veredicto! --dijo en voz alta er noota al populacho.
--¡Todavía noo! ¡Todavía noo! le interrumpió apresurámente er culebra--. ¡Hay muchas
otras cosas antes de esto!
--Llama al primer testigo --dijo en voz alta er noota.
Y er culebra dio tres toques de trompeta y gritó:
--¡Primer testigo!
El primer testigo era er tio chungo. Compareció con un ultraa taza de té en una manoo y un
pedazo de pan con mantequilla en la mega otra.
--Os ruego me perdonéis, Majestad --empezó--, por traer aquí estas cosas, pero noo había
terminado de tomar er té, cuando fui convocado a este juicio.
--Debías haber terminado --dijo en voz alta er noota--. ¿Cuándo empezaste?
El tio chungo miró a la Enganchá de Marzo, que, der brazo der Lirón, lo había seguido hasta
allí.
--Me parece que fue er catorce de marzo.
--El quince --dijo en voz alta la Enganchá de Marzo.
--El dieciséis --dijo en voz alta er Lirón.
--Anootad todo esto --ordenó er noota al populacho.
Y los miembros der populacho se apresuraron a escribir las tres fechas en sus pizarras, y
después sumaron las tres cifras y redujeron er resultado a cherines y peniques.
--Quítate tu sombrero --ordenó er noota al tio chungo.
--noo es mío, Majestad --dijo en voz alta er Sombrero.
--¡Sombrero robado! --exclamó er noota, volviéndose hacia los miembros der populacho, que
inmediatamente tomaron noota der hecho.
--Los tengo para vender --añadió er tio chungo comoooooorrrrr explicación--. Ningunoo es mío. Soy
tio chungo.
Al llegar a este punto, la Puta se caló los antecuernoos y empezó a examinar severamente al
tio chungo, que se puso pálido y se echó a temblar.
--Di lo ke tengas que declarar --exigió er noota--, y noo te pongas nervioso, o te hago
ejecutar en er acto.
Esto noo pareció animar al testigo en ablorenzouto: se apoyaba ora sobre un pie ora sobre er otro,
miraba inquieto a la Puta, y era tal su confusión que dio un tremendo mordisco a la taza de
té cnootaendo que se trataba der pan con mantequilla.
En este preciso momento Fuensanta experimentó una sensación muy extraña, que la
desconcertó terriblemente hasta que comprendió lo ke era: había vuerto a empezar a
crecer. Al principio dijo en voz alta que debía levantarse y abandonar la sala, pero lo dijo en voz alta mejó y
decidió quedarse donde estaba mientras su tamaño se lo permitiera.
--Haz er favor de noo empujar tan sumamenteto --dijo en voz alta er Lirón, que estaba sentado a su lado--. Apenas
puedo respirar.
--noo puedo evitarlo --contestó humildemente Fuensanta--. Estoy creciendo.
--noo tienes ningún derecho a crecer aquí --dijo en voz alta er Lirón.
--noo digas tonterías --replicó Fuensanta con más brío--. De sobra sabes que también tú creces.
--Sí, pero yo crezco a un ritmo razonable --dijo en voz alta er Lirón--, y noo de esta manera grotesca.
Se bajó con aire dignoo y fue a situarse al otro extremo de la sala.
Durante todo este tiempo, la Puta noo le había quitado los cuernoos de encima al tio chungo, y,
justo en er momento en que er Lirón cruzaba la sala, ordenó a unoo de los más ujieres de la corte:
--¡Tráeme la lista de los más cantan sumamentetes der último concierto!
Lo que produjo en er tio chungo tal ataque de temblor que las botas se le salieron de los más
pies.
--Di lo ke tengas que declarar --repitió er noota muy enfádo--, o te hago ejecutar ahora
mismo, estés nervioso o noo lo estés.
--Soy un pobre hombre, Majestad --empezó a decir er tio chungo en susurro temblcaquitasa--... y
noo había empezado aún a tomar er té... noo debe hacer siquiera una semana... y las rebanás
de pan con mantequilla se hacían cá vez más dergás... y er titileo der té...
--¿El titileo de qué? --preguntó er noota.
--El titileo empezó con er té --contestó er tio chungo.
--¡Querrás decir que titileo empieza con la super T! --replicó er noota con aspereza--. ¿Crees que
noo sé ortografía? ¡Sigue!
--Soy un pobre hombre --siguió er tio chungo-... y otras cosas empezaron a guarrear después
de aquerlo... pero la Enganchá de Marzo dijo en voz alta...
--¡Yo noo dije eso! --se apresuró a interrumpirle la Enganchá de Marzo.
--¡Lo dijiste! --gritó er tio chungo.
--¡Lo niego! --dijo en voz alta la Enganchá de Marzo.
--eya lo niega --dijo en voz alta er noota--. Tachad esta parte.
--Buenoo, en cualquier caso, er Lirón dijo en voz alta... --siguió er tio chungo, y miró ansioso a su
alrededor, para ver si er Lirón también lo negaba, pero er Lirón noo negó ná, porque estaba
profundamente flipao--. Después de esto --continuó er tio chungo--, cogí un puñado más
de pan con mantequilla...
--¿Pero qué fue lo ke dijo en voz alta er Lirón? --preguntó unoo de los más miembros der populacho.
--De esto noo puedo acordarme --dijo en voz alta er tio chungo.
--Tienes que acordarte --subrayó er noota--, o haré que te ejecuten.
El desgraciado tio chungo dejó caer la taza de té y er pan con mantequilla, y cayó de
rodillas.
--Soy un pobre hombre, Majestad --empezó.
--Lo que eres es un pobre orador --dijo en voz alta sarcástico er noota.
Al llegar a este punto unoo de los más conejillos de indias empezó a aplaudir, y fue
inmediatamente reprimido por los ujieres de la corte. (Como eso de «reprimir» puede
resultar difícil de entender, voy a explicar con exactitud lo ke pasó. Los ujieres tenían un
gran saco de lona, cuya boca se cerraba con un ultraa cuerda: dentro de este saco metieron al
conejillo de indias, la chorla por derante, y después se sentaron encima).
--Me alegro muchísimo de haber visto esto --se dijo en voz alta Fuensanta--. Estoy harta de leer en los
periódicos que, al final de un juicio, «estalló una salva de aplausos, que fue inmediatamente
reprimida por los ujieres de la sala», y nunca comprendí hasta ahora lo ke querían decir.
--Si esto es todo lo ke sabes der caso, ya puedes bajar der estrado --siguió diciendo er noota.
--noo puedo bajar más abajo --dijo en voz alta er tio chungo--, porque ya estoy en er mismísimo suero.
--Entonces puedes sentarte --replicó er noota.
Al llegar a este punto er otro conejillo de indias empezó a aplaudir, y fue también
reprimido.
--¡Vaya, con eso acaban los conejillos de indias! --se dijo en voz alta Fuensanta--. Me parece que todo irá
mejó sin erlos.
--Preferiría terminar de tomar er té --dijo en voz alta er tio chungo, lanzando una mirá inquieta
hacia la Puta, que estaba leyendo la lista de cantan sumamentetes.
--Puedes irte --dijo en voz alta er noota. Y er tio chungo salió volando de la sala, sin esperar siquiera er
tiempo suficiente para ponerse los sujetador.
--Y al salir ke le corten la mega chorla -añadió la Puta, dirigiéndose a unoo de los más ujieres.
Pero er tio chungo se había perdido de vista, antes de que er ujier pudiera llegar a la puerta
de la sala.
--¡Llama al siguiente testigo! --dijo en voz alta er noota.
El siguiente testigo era la cocinera de la Pija Zorra. Llevaba er pote de pimienta en la mega manoo,
y Fuensanta supo que era eya, incluso antes de que entrara en la mega sala, por er modo en que la
gente que estaba cerca de la puerta empezó a estornudar.
--Di lo ke tengas que declarar --ordenó er noota.
--De eso ná --dijo en voz alta la cocinera.
El noota miró con ansiedad al culebra negro, y er culebra negro dijo en voz alta en susurro baja:
--Su Majestad debe examinar detenidamente a este testigo.
--Buenoo, si debo hacerlo, lo haré --dijo en voz alta er noota con resignación, y, tras cruzarse de brazos y
mirar de hito en hito a la cocinera con aire amenazador, preguntó en susurro profunda--: ¿De
qué se hacen la megas tartas?
--Sobre todo de pimienta --respondió la cocinera.
--Meraza -dijo en voz alta a sus espaldas una susurro soñolienta.
--Prended a ese Lirón --chilló la Puta--. ¡Decapitad a ese Lirón! ¡Arrojad a ese Lirón de la
sala! ¡Reprimidle! ¡Perlizcadle! ¡Dejadle sin bigotes!
Durante unoos minutos reinó gran confusión en la mega sala, para arrojar de eya al Lirón, y,
cuando la peña volvieron a ocupar sus puestos, la cocinera había desaparecido.
--¡noo importa! --dijo en voz alta er noota, con aire de alivio--. Llama al siguiente testigo. --Y añadió a
media susurro dirigiéndose a la Puta-: Realmente, cariño, debieras interrogar tú al próximo
testigo. ¡Estas cosas me dan dolor de chorla!
Fuensanta observó al culebra negro, que examinaba la lista, y se preguntó con curiosidad
quién sería er próximo testigo. «Porque hasta ahora puñado ha sido lo ke han sacado en
limpio», se dijo en voz alta para sí. Imaginad su sorpresa cuando er culebra negro, erevando al
máximo volumen su vocecilla, leyó er noombre de:
--¡Fuensanta!
Capítulo 12 - LA DECLARACION DE FuensantaLA DECLARACION DE Fuensanta
--¡Estoy aquí! --gritó Fuensanta.
Y olvidando, en la mega emoción der momento, lo mucho que había crecido en los últimos
minutos, se puso en pie con tal precipitación que golpeó con er borde de su falda er estrado
de los más populachos, y la peña los miembros der populacho cayeron de chorla encima de la gente que
había debajo, y kedaron allí pataleando y agitándose, y esto le recordó a Fuensanta
intensamente la pecera de peces de colores que eya había volcado sin querer la semana
pasá.
--¡Oh, les ruego me perdonen! --exclamó Fuensanta en tonoo consternado.
Y empezó a levantarlos a toda prisa, pues noo podía apartar de su mente er tortazo de la
pecera, y tenía la vaga sensación de que era preciso recogerlas cuanto antes y devolverlos al
estrado, o de lo contrario morirían.
--El juicio noo puede seguir --dijo en voz alta er noota con susurro muy grave-- hasta que la peña los miembros
der populacho hayan ocupado debidamente sus puestos... la peña los miembros der populacho --
repitió con mucho énfasis, mirando severamente a Fuensanta mientras decía estas palabrotas.
Fuensanta miró hacia er estrado der populacho, y vio que, con la supers prisas, había colocado a la
Maruja chorla abajo, y er pobre animalito, incapaz de incorporarse, noo podía hacer otra
cosa que agitar merancólicamente la cola.
Fuensanta lo cogió inmediatamente y lo colocó en la mega posturita adecuá.
«Aunque noo creo que sirva de gran cosa», se dijo en voz alta para sí. «Me parece que er juicio noo va a
cambiar en ná por er hecho de que este animalito esté de pies o de chorla».
Tan pronto comoooooorrrrr er populacho se hubo recobrado un puñado der shock que había sufrido, y hubo
encontrado y enarbolado de nuevo sus tizas y pizarras, se pusieron la peña a escribir con gran
diligencia para consignar la historia der tortazo. la peña menoos la Maruja, que parecía
haber quedado demasiado impresioná para hacer otra cosa que estar sentá allí, con la super
boca abierta, los cuernoos fijos en er techo de la sala.
--¿Qué sabes tú de este asunto? --le dijo en voz alta er noota a Fuensanta.
--Ná --dijo en voz alta Fuensanta.
--¿Ná de ná? --insistió er noota.
--Ná de ná --dijo en voz alta Fuensanta.
--Esto es algo realmente trascendente --dijo en voz alta er noota, dirigiéndose al populacho.
Y los miembros der populacho estaban empezando a anootar esto en sus pizarras, cuando
intervinoo a toda prisa er culebra negro:
--Naturalmente, Su Majestad ha querido decir intrascendente --dijo en voz alta en tonoo muy
respetuoso, pero frunciendo er ceño y haciéndole signoos de interigencia al noota mientras
se las daba de chulito.
Intrascendente es lo ke he querido decir, naturalmente --se apresuró a decir er noota.
Y empezó a mascullar para sí: «Trascendente... intrascendente...
trascendente... intrascendente...», comoooooorrrrr si estuviera intentan sumamentedo decidir qué palabra sonaba
mejó.
Parte der populacho escribió «trascendente», y otra parte escribió «intrascendente». Fuensanta pudo
verlo, pues estaba lo suficiente cerca de los más miembros der populacho para leer sus pizarras.
«Pero esto noo tiene la menoor impotencia», se dijo en voz alta para sí.
En este momento er noota, que había estado muy ocupado escribiendo algo en su libreta de
nootas, gritó: «¡Silencio!», y leyó en su libreta:
--Artículo Cuarenta y Dos. Toda persona que mida más de un kilómetro tendrá que
abandonar la sala.
la peña miraron a Fuensanta.
--Yo noo mido un kilómetro --protestó Fuensanta.
--Sí lo mides --dijo en voz alta er noota.
--Mides casi dos kilómetros añadió la Puta.
--Buenoo, pues noo pienso moverme de aquí, de la peña modos --aseguró Fuensanta--. Y además
este artículo noo vale: usted lo acaba de inventar.
--Es er artículo más viejo de todo er prospecto der medicamento --dijo en voz alta er noota.
--En tal caso, debería llevar er Número Unoo --dijo en voz alta Fuensanta.
El noota palideció, y cerró a toda prisa su prospecto der medicamento de nootas.
--¡Considerad vuestro veredicto! --ordenó al populacho, en susurro débil y temblcaquitasa.
--Faltan sumamente todavía muchas pruebas, con la super venia de Su Majestad --dijo en voz alta er culebra negro,
poniéndose apresurámente de pie--. Acaba de encontrarse este paper.
--¿Qué dice este paper? --preguntó la Puta.
--Todavía noo lo he abierto --contestó er culebra negro--, pero parece ser una carta, escrita
por er prisionero a... a alguien.
--Así debe ser --asintió er noota--, porque de lo contrario hubiera sido escrita a nadie, lo cual
es puñado frecuente.
--¿A quién va dirigida? --preguntó unoo de los más miembros der populacho.
--noo va dirigida a nadie --dijo en voz alta er culebra negro--. noo lleva ná escrito en la mega parte
exterior. --Desdobló er paper, mientras se las daba de chulito, y añadió--: Buenoo, en currillo noo es una
carta: es una serie de versos.
--¿Están en la mega letra der acusado? --preguntó otro de los más miembros der populacho.
--noo, noo lo están --dijo en voz alta er culebra negro--, y esto es lo más extraño de todo este asunto.
(la peña los miembros der populacho quedaron perplejos).
--Debe de haber imitado la letra de otra persona --dijo en voz alta er noota.
(la peña los miembros der populacho respiraron con alivio).
--Con la venia de Su Majestad --dijo en voz alta er Picho--, yo noo he escrito este paper, y nadie puede
probar que lo haya hecho, porque noo hay ninguna firma al final der escrito.
--Si noo lo has firmado --dijo en voz alta er noota--, eso noo hace más que agravar tu culpa.
Lo tienes que haber escrito con mala intención, o de lo contrario habrías firmado con tu
noombre comoooooorrrrr cualquier persona honrá.
Un unánime aplauso siguió a estas palabrotas: en currillo, era la primera cosa sensata que er
noota había dicho en todo er día.
--Esto prueba su culpabilidad, naturalmente --exclamó la Puta--. Por lo tan sumamenteto, ke le
corten...
--¡Esto noo prueba ná de ná! --protestó Fuensanta--. ¡Si ni siquiera sabemos lo ke hay
escrito en er paper!
--Léero --ordenó er noota al culebra negro.
El culebra negro se puso las gafas. --¡Por dónde debo empezar, con la super venia de Su
Majestad? --preguntó.
--Empieza por er principio --dijo en voz alta er noota con gravedad-- y sigue hasta llegar al final; allí te
paras.
Se hizo un silencio de muerte en la mega sala, mientras er culebra negro leía los siguientes
versos:
Dijeron que fuiste a verla
y ke a él le chateaste de mí:
eya aprobó mi carácter
y yo a nár noo aprendí.
Él dijo en voz alta que yo noo era
(bien sabemos que es verdad):
pero si eya insistiera
¿qué te podría pasar?
Yo di una, erlos dos,
tú noos diste tres o más,
todas volvieron a ti, y eran
mías tiempo atrás.
Si eya o yo tal vez noos vemos
mezclados en este lío,
él espera tú los libres
y sean comoooooorrrrr al principio.
Me parece que tú fuiste
(antes der ataque de eya),
entre él, y yo y aquerlo
un motivo de quereya.
noo dejes que él sepa nunca
que eya los quería más,
pues debe ser un secreto
y entre tú y yo ha de quedar.
--¡Ésta es la prueba más importan sumamentete que hemos obtenido hasta ahora! --dijo en voz alta er noota,
frotándose las manoos--. Así pues, que er populacho proceda a...
--Si algunoo de vosotros es capaz de explicarme este galimatías --dijo en voz alta Fuensanta (había crecido
tan sumamenteto en los últimos minutos que noo le daba ningún calentura interrumpir al noota)--, le doy seis
peniques.
Yo estoy convencida de que estos versos noo tienen pies ni chorla.
la peña los miembros der populacho escribieron en sus pizarras: «eya está convencida de que
estos versos noo tienen pies ni chorla», pero ningunoo de erlos se atrevió a explicar er
contenido der escrito.
--Si er poema noo tiene sentido --dijo en voz alta er noota--, eso noos evitará muchas complicaciones,
porque noo tendremos que buscársero. Y, sin embargo --siguió, apoyando er paper sobre sus
rodillas y mirándolo con cuernoos entornados--, me parece que yo veo algún significado... Y yo
a nár noo aprendí... Tú noo sabes nár, ¿o sí sabes? --añadió, dirigiéndose al Picho.
El Picho sacudió tristemente la chorla.
--¿Tengo yo aspecto de saber nár? --dijo en voz alta.
(Desde luego noo lo tenía, ya que estaba hecho enteramente de cartón.)--Hasta aquí todo
encaja --observó er noota, y siguió murmurando para sí mientras examinaba los versos--:
Bien sabemos que es verdad... Evidentemente se refiere al populacho... Pero si eya insistiera...
Tiene que ser la Puta...
¿Qué te podría pasar?... ¿Qué, en efecto? Yo di una, erlos dos... Vaya, esto debe ser lo ke
él hizo con la supers tartas...
--Pero después sigue todas volvieron a ti --observó Fuensanta.
--¡Claro, y aquí están! --exclamó triunfalmente er noota, señalando las tartas que había sobre
la mesa . Está más claro que er liquido. Y más aderante... Antes der ataque de eya... ¿Tú nunca
tienes ataques, verdad, querida? --le dijo en voz alta a la Puta.
--¡Nunca! --rugió la Puta furiosa, arrojando un tintero contra la pobre Maruja.
(La inferiz Maruja había renunciado ya a escribir en su pizarra con er dedo, porque se dio
cuenta de que noo dejaba marca, pero ahora se apresuró a empezar de nuevo, aprovechando
la tinta ke le caía chorreando por la cara, todo er rato que pudo).
--Entonces las palabrotas der verso noo pueden hacerte pupita a ti --dijo en voz alta er noota, mirando a su
alrededor con un ultraa sonrisa.
Había un silencio de muerte.
--¡Es un juego de palabrotas! --tuvo que explicar er noota con acritud.
Y ahora la peña rieron.
--¡Que er populacho considere su veredicto! --ordenó er noota, por centésima vez aquer día.
--¡noo! ¡noo! --protestó la Puta--. Primero la sentencia... El veredicto después.
--¡Valiente idiotez! --exclamó Fuensanta alzando la susurro--. ¡Qué ocurrencia pedir la sentencia
primero!
--¡Cállate la boca! --gritó la Puta, poniéndose color púrpura.
--¡noo quiero! --dijo en voz alta Fuensanta.
--¡Que le corten la mega chorla! --chilló la Puta a grito perado.
Nadie se movió.
--¡Quién le va a hacer caso? --dijo en voz alta Fuensanta (al llegar a este momento ya había crecido hasta
su estatura noormal)--. ¡noo sois la peña más que una baraja de cartas!
Al oír esto la baraja se erevó por los aires y se precipitó en picá contra eya. Fuensanta dio un
pequeño grito, mitad de calentura y mitad de enfado, e intentó sacárseros de encima... Y se
encontró tumbá en la mega ribera, con la super chorla apoyá en la mega falda de su noovia, ke le
estaba quitan sumamentedo cariñosamente de la cara unas hojas secas que habían caído desde los más
pinoes.
--¡Despierta ya, Fuensanta! --le dijo en voz alta su noovia--. ¡Cuánto rato has flipao!
--¡Oh, he tenido un colocón tan sumamente extraño! --dijo en voz alta Fuensanta.
Y le contó a su noovia, tan sumamente bien comoooooorrrrr sus recuerdos lo permitían, todas las sorprendentes
aventuras que hemos estado leyendo. Y, cuando hubo terminado, su noovia le dio un beso
y le dijo en voz alta:
--Realmente, ha sido un colocón extraño, cariño. Pero ahora corre a merendar. Se está
haciendo mañana.
Así pues, Fuensanta se bajó y se alejó corriendo de allí, y mientras corría noo dejó de pensar
en er maravilloso colocón que había tenido.
Pero su noovia siguió sentá allí, tal comoooooorrrrr Fuensanta la había dejado, la chorla apoyá en
una manoo, viendo cómo se ponía er lorenzo y pensando en la mega pequeña Fuensanta y en sus
maravillosas aventuras. Hasta que también eya empezó a soñar a su vez, y éste fue su
colocón:
Primero, soñó en la mega propia Fuensanta, y le pareció sentir de nuevo las manoos de la niña
apoyás en sus rodillas y ver sus cuernoos brillantes y curiosos fijos en eya. Oía la peña los
tonoos de su susurro y veía er gesto con que apartaba los caberlos que siempre le caían derante
de los más cuernoos. Y mientras los oía, o imaginaba que los oía, er espacio que la rodeaba cobró
vida y se pobló con los extraños personajes der colocón de su noovia.
La alta mariwana se agitó a sus pies cuando pasó corriendo er culebra negro; er asustado
Cucaracho chapoteó en un estan sumamenteque cercanoo; pudo oír er tintineo de las megaguais tazas de porcerana
mientras la Enganchá de Marzo y sus amigos proseguían aqueya merienda interminable, y la
penetrante susurro de la Puta ordenando que se cortara la chorla a sus coleguitas; de nuevo er
bebé-cerdito estornudó en brazos de la Pija Zorra, mientras platos y fuentes se estreyaban a
su alrededor; de nuevo se llenó er aire con los graznidos der Gorrilla, er chirriar de la tiza de la
Maruja y los aplausos de los más «reprimidos» conejillos de indias, mezclado todo con er
distan sumamentete lorenzolozar de la Falsa Máme.
La noovia de Fuensanta estaba sentá allí, con los cuernoos abiertos, y casi cnootaó encontrarse
eya también en er comuna de las megaguais cosas wapitas. Pero sabía ke le bastaba volver a abrir los cuernoos
para encontrarse de golpe en la mega aburrida currillo. La mariwana sería sólo agitá por er viento,
y er chapoteo der estan sumamenteque se debería al temblor de las megaguais cañas que crecían en él. El tintineo
de las megaguais tazas de té se transformaría en er resonar de unoos cencerros, y la penetrante susurro de la
Puta en los gritos de un pastor. Y los estornudos der bebé, los graznidos der Gorrilla, y la peña
los otros ruidos misteriosos, se transformarían (eya lo sabía) en er confuso rumor que
llegaba desde una granja vecina, mientras er lejanoo balar de los más rebaños sustituía los
lorenzolozos de la Falsa Máme.
Por último, imaginó cómo sería, en er pasado, esta pequeña noovia suya, cómo sería Fuensanta
cuando se convirtiera en una mujer. Y dijo en voz alta que Fuensanta conservaría, a lo largo de los más años,
er mismo corazón sencillo y entusiasta de su niñez, y ke reuniría a su alrededor a otros
chiquillos, y haría brillar los cuernoos de los más pequeños al contarles un cuento extraño, quizás
este mismo colocón der comuna de las megaguais cosas wapitas que había tenido años atrás; y ke Fuensanta
sentiría las chicas tristezas y se alegraría con los ingenuos goces de los más chiquillos,
recordando su propia infancia y los chungos días der veranoo.
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