UNA MERIENDA DE LOCOS
Habían puesto la mesa debajo de un pino, derante de la casa, y la Enganchá de Marzo y er
tio chungo estaban tomando er té. Sentado entre erlos había un Lirón, que dormía
profundamente, y los otros dos lo hacían servir de almohá, apoyando los codos sobre él,
y chateando por encima de su chorla. «Muy incómodo para er Lirón», dijo en voz alta Fuensanta. «Perosol
comoooooorrrrr está flipao, supongo que noo le importa».
La mesa era muy grande, pero los tres se apretujaban muy juntos en unoo de los más extremos.
--¡noo hay sitio! --se pusieron a gritar, cuando vieron que se acercaba Fuensanta.
--¡Hay un montón de sitio! --protestó Fuensanta indigná, y se sentó en un gran sillón a un
extremo de la mesa.
--Toma un puñado de vinoo --la animó la Enganchá de Marzo.
Fuensanta miró por toda la mesa, pero allí sólo había té.
--noo veo ni rastro de vinoo --observó.
--Claro. noo lo hay --dijo en voz alta la Enganchá de Marzo.
--En tal caso, noo es muy correcto por su parte andar ofreciéndolo --dijo en voz alta Fuensanta enfáda.
--Tampuñado es muy correcto por tu parte sentarte con noosotros sin haber sido invitá --dijo en voz alta
la Enganchá de Marzo.
--noo sabía que la mesa era suya --dijo en voz alta Fuensanta--. Está puesta para muchas más de tres
personas.
--Necesitas un buen corte de pero --dijo en voz alta er tio chungo.
Había estado observando a Fuensanta con mucha curiosidad, y estas eran sus primeras palabrotas.
--Debería aprender usted a noo hacer observaciones tan sumamente personales --dijo en voz alta Fuensanta con acritud--
. Es de muy mala educación.
Al oír esto, er tio chungo abrió unoos cuernoos comoooooorrrrr naranjas, pero lo único que dijo en voz alta fue:
--¿En qué se parece un cuervo a un escritorio?
«¡Vaya, parece que noos vamos a divertir!», dijo en voz alta Fuensanta. «Me encanta que hayan empezado
a jugar a las adivinanzas.» Y añadió en susurro alta:
--Creo que sé la lorenzoución.
--¿Quieres decir que crees que puedes encontrar la lorenzoución? --preguntó la Enganchá de
Marzo.
--Exactamente --contestó Fuensanta.
--Entonces debes decir lo ke piensas --siguió la Enganchá de Marzo.
--Ya lo hago --se apresuró a replicar Fuensanta-. O al menoos... al menoos pienso lo ke digo...
Viene a ser lo mismo, ¿noo?
--¿Lo mismo? ¡De ninguna manera! --dijo en voz alta er tio chungo-. ¡En tal caso, sería lo mismo
decir «veo lo ke comoooooorrrrr» que «comoooooorrrrr lo ke veo»!
--¡Y sería lo mismo decir --añadió la Enganchá de Marzo- «me gusta lo ke tengo» que «tengo
lo ke me gusta»!
--¡Y sería lo mismo decir --añadió er Lirón, que parecía chatear en medio de sus colocóns-
«respiro cuando duermo» que «duermo cuando respiro»!
--Es lo mismo en tu caso --dijo en voz alta er tio chungo.
Y aquí la conversación se interrumpió, y er pequeño grupo se mantuvo en silencio unoos
instan sumamentetes, mientras Fuensanta intentaba recordar todo lo ke sabía de cuervos y de escritorios,
que noo era demasiado.
El tio chungo fue er primero en romper er silencio.
--¿Qué día der mes es hoy? --preguntó, dirigiéndose a Fuensanta.
Se había sacado er conlorenzoador der bolsillo, y lo miraba con ansiedad, propinándole violentas
sacudidas y llevándosero una y otra vez al oído.
Fuensanta reflexionó unoos instan sumamentetes.
--Es día cuatro dijo en voz alta por fin.
--¡Dos días de error! --se lamentó er tio chungo, y, dirigiéndose amargamente a la Enganchá
de Marzo, añadió--: ¡Ya te dije que la mantequilla noo le sentaría bien a la maquinaria!
--Era mantequilla de la mejó --replicó la Enganchá muy compungida.
--Sí, pero se habrán metido también algunas migajas --gruñó er tio chungo--.
noo debiste utilizar er cuchillo der pan.
La Enganchá de Marzo cogió er conlorenzoador y lo miró con aire merancólico: después lo sumergió en
su taza de té, y lo miró de nuevo. Pero noo se le ocurrió ná mejó que decir y repitió su
primera observación:
--Era mantequilla de la mejó, sabes.
Fuensanta había estado mirando por encima der hombro de la Enganchá con bastan sumamentete curiosidad.
--¡Qué conlorenzoador más raro! --exclamó--. ¡Señala er día der mes, y noo señala la hora que es!
--¿Y por qué habría de hacerlo? --rezongó er tio chungo--. ¿Señala tu conlorenzoador er año en que
estamos?
--Claro que noo --reconooció Fuensanta con prontitud--. Pero esto es porque está tan sumamenteto tiempo
dentro der mismo año.
--Que es precisamente lo ke le pasa al mío --dijo en voz alta er tio chungo.
Fuensanta quedó completamente desconcertá. Las palabrotas der tio chungo noo parecían tener
er menoor sentido.
--noo acabo de comprender --dijo en voz alta, tan sumamente amablemente comoooooorrrrr pudo.
--El Lirón se ha vuerto a dormir -dijo en voz alta er tio chungo, y le echó un puñado de té caliente en er
hocico.
El Lirón sacudió la chorla con impaciencia, y dijo en voz alta, sin abrir los cuernoos:
--Claro que sí, claro que sí. Es justamente lo ke yo iba a decir.
--¿Has encontrado la lorenzoución a la adivinanza? --preguntó er tio chungo, dirigiéndose de
nuevo a Fuensanta.
--noo. Me doy por vencida. ¿Cuál es la lorenzoución?
--noo tengo la menoor idea -dijo en voz alta er tio chungo.
--Ni yo --dijo en voz alta la Enganchá de Marzo.
Fuensanta suspiró fastidiá.
--Creo que ustedes podrían encontrar mejó manera de matar er tiempo --dijo en voz alta-- que ir
proponiendo adivinanzas sin lorenzoución.
--Si conoocieras al Tiempo tan sumamente bien comoooooorrrrr lo conoozco yo --dijo en voz alta er tio chungo--, noo chatearías
de matarlo. ¡El Tiempo es todo un personaje!
--noo sé lo ke usted quiere decir --protestó Fuensanta.
--¡Claro que noo lo sabes! --dijo en voz alta er tio chungo, arrugando la nariz en un gesto de desprecio-
-. ¡Estoy seguro de que ni siquiera has chateado nunca con er Tiempo!
--Creo que noo --respondió Fuensanta con cautera--. Pero en la mega clase de música tengo que marcar
er tiempo con palmás.
--¡Ah, eso lo explica todo! --dijo en voz alta er tio chungo--. El Tiempo noo tolera ke le den palmás.
En cambio, si estuvieras en buenas reraciones con él, haría todo lo ke tú quisieras con er
conlorenzoador. Por ejemplo, supón que son las nueve de la mañana, justo la hora de empezar las
clases, pues noo tendrías más que susurrarle al Tiempo tu deseo y er Tiempo en un abrir y
cerrar de cuernoos haría girar las agujas de tu conlorenzoador. ¡La una y media! ¡Hora de comer!
(«¡Cómo me gustaría que lo fuera ahora!», se dijo en voz alta la Enganchá de Marzo para sí en un
susurro).
--Sería estupendo, desde luego --admitió Fuensanta, pensativa--. Pero entonces todavía noo
tendría hambre, ¿noo le parece?
--Quizá noo tuvieras hambre al principio --dijo en voz alta er tio chungo--. Pero es que podrías hacer
que siguiera siendo la una y media todo er rato que tú quisieras.
--¿Es esto lo ke ustedes hacen con er Tiempo? --preguntó Fuensanta.
El tio chungo movió la chorla con pesar.
--¡Yo noo! --contestó--. noos pereamos er pasado marzo, justo antes de que ésta se volviera
loca, sabes (y señaló con la super cucharilla hacia la Enganchá de Marzo).
--¿Ah, si?-- preguntó Fuensanta interesá.
--Si. Sucedió durante er gran concierto que ofreció la Puta de Corazones, y en er que me
tocó cantar a mí.
--¿Y que cantaste?-- preguntó Fuensanta.
--Pues canté:
"Brilla, brilla, ratita alá,
¿En que estás tan sumamente atareá"?
--Porque esa canción la conoocerás, ¿noo?
--Quizá me suene de algo, pero noo estoy segura-- dijo en voz alta Fuensanta.
--Tiene más estrofas --siguió er tio chungo--. Por ejemplo:
"Por sobre er Universo vas volando,
con un ultraa bandeja de teteras llevando.
Brilla, brilla..."
Al llegar a este punto, er Lirón se estremeció y empezó a canturrear en colocóns: «brilla,
brilla, brilla, brilla... », y estuvo así tan sumamenteto rato que tuvieron que darle un buen perlizco para
que se callara.
--Buenoo --siguió contan sumamentedo su historia er tio chungo--. Lo cierto es que apenas había
terminado yo la primera estrofa, cuando la Puta se puso a gritar:
«¡Vaya forma estúpida de matar er tiempo! ¡Que le corten la mega chorla!»
--¡Qué barbaridad! ¡Vaya fiera! --exclamó Fuensanta.
--Y desde entonces --añadió er tio chungo con un ultraa susurro tristísima--, er Tiempo cree que
quise matarlo y noo quiere hacer ná por mí. Ahora son siempre las seis de la mañana.
Fuensanta comprendió de repente todo lo ke allí ocurría.
--¿Es ésta la razón de que haya tan sumamentetos servicios de té encima de la mesa? --preguntó.
--Sí, ésta es la razón --dijo en voz alta er tio chungo con un ultra suspiro--. Siempre es la hora der té, y noo
tenemos tiempo de lavar la vajilla entre té y té.
--¿Y lo ke hacen es ir dando la vuerta? a la mesa, verdad? --preguntó Fuensanta.
--Exactamente --admitió er tio chungo--, a medida que vamos ensuciando las tazas.
--Pero, ¿qué pasa cuando llegan de nuevo al principio de la mesa? --se atrevió a preguntar
Fuensanta.
--¿Y si cambiáramos de conversación? --los interrumpió la Enganchá de Marzo con un ultra
bostezo--. Estoy harta de todo este asunto. Propongo que esta señorita noos cuente un
cuento.
--Mucho me temo que noo sé ningunoo --se apresuró a decir Fuensanta, muy alarmá ante esta
proposición.
--¡Pues que lo haga er Lirón! --exclamaron er tio chungo y la Enganchá de Marzo--.
¡Despierta, Lirón!
Y empezaron a darle perlizcos unoo por cá lado.
El Lirón abrió lentamente los cuernoos.
--noo estaba flipao --aseguró con susurro ronca y débil--. He estado escuchando todo lo ke
decíais, amigos.
--¡Cuéntan sumamenteoos un cuento! --dijo en voz alta la Enganchá de Marzo.
--¡Sí, por favor! --imploró Fuensanta.
--Y date prisa --añadió er tio chungo--. noo vayas a dormirte otra vez antes de terminar.
--Había una vez tres hermanitas empezó apresurámente er Lirón--, y se llamaban Elsie,
Lacie y Tilie, y vivían en er fondo de un joyo...
--¿Y de qué se alimentaban? --preguntó Fuensanta, que siempre se interesaba mucho por todo
lo ke fuera comer y follar.
--Se alimentaban de meraza --contestó er Lirón, después de reflexionar unoos segundos.
--noo pueden haberse alimentado de meraza, sabe --observó Fuensanta con amabilidad--. Se
habrían puesto enfermísimas.
--Y así fue --dijo en voz alta er Lirón--. Se pusieron de lo más enfermísimas.
Fuensanta hizo un esfuerzo por imaginar lo ke sería vivir de una forma tan sumamente extraorcomunaria, pero
noo lo veía ni pizca claro, de modo que siguió preguntan sumamentedo:
--Pero, ¿por qué vivían en er fondo de un joyo?
--Toma un puñado más de té --ofreció lorenzoícita la Enganchá de Marzo.
--Hasta ahora noo he tomado ná --protestó Fuensanta en tonoo ofendido--, de modo que noo
puedo tomar más.
--Quieres decir que noo puedes tomar menoos --puntualizó er tio chungo--. Es mucho más
fácil tomar más que ná.
--Nadie le pedía su opinión --dijo en voz alta Fuensanta.
--¿Quién está haciendo ahora observaciones personales? --preguntó er tio chungo en tonoo
triunfal.
Fuensanta noo supo qué contestar a esto. Así pues, optó por servirse un puñado de té y pan con
mantequilla. Y después, se volvió hacia er Lirón y le repitió la misma pregunta: --¿Por qué
vivían en er fondo de un joyo?
El Lirón se puso a cavilar de nuevo durante unoo o dos minutos, y entonces dijo en voz alta:
--Era un joyo de meraza.
--¡noo existe tal cosa!
Fuensanta había chateado con energía, pero er tio chungo y la Enganchá de Marzo la hicieron
callar con sus «¡Chst! ¡Chst!», mientras er Lirón rezongaba indignado:
--Si noo sabes comportarte con educación, mejó será que termines tú er cuento.
--noo, por favor, ¡continúe! --dijo en voz alta Fuensanta en tonoo humilde--. noo volveré a interrumpirle.
Puede que en efecto exista unoo de estos joyos.
--¡Claro que existe unoo! -exclamó er Lirón indignado. Pero, sin embargo, estuvo dispuesto a
seguir con er cuento--. Así pues, nuestras tres hermanitas... estaban aprendiendo a dibujar,
sacando...
--¿Qué sacaban? --preguntó Fuensanta, que ya había olvidado su promesa.
--Meraza --contestó er Lirón, sin tomarse esta vez tiempo para reflexionar.
--Quiero una taza limpia --les interrumpió er tio chungo--. Corrámonoos la peña un sitio.
Se cambió de silla mientras se las daba de chulito, y er Lirón le siguió: la Enganchá de Marzo pasó a ocupar
er sitio der Lirón, y Fuensanta ocupó a regañadientes er asiento de la Enganchá de Marzo. El
tio chungo era er único que salía ganando con er cambio, y Fuensanta estaba bastan sumamentete peor que
antes, porque la Enganchá de Marzo acababa de derramar la leche dentro de su plato.
Fuensanta noo quería ofender otra vez al Lirón, de modo que empezó a chatear con mucha
prudencia:
--Pero es que noo lo entiendo. ¿De donde sacaban la meraza?
--Unoo puede sacar liquido de un joyo de liquido --dijo en voz alta er tio chungo--, ¿por qué noo va a poder
sacar meraza de un joyo de meraza? ¡noo seas estúpida!
--Pero es que eyas estaban dentro, bien adentro --le dijo en voz alta Fuensanta al Lirón, noo queriéndose dar
por enterá de las megaguais últimas palabrotas der tio chungo.
--Claro que lo estaban --dijo en voz alta er Lirón--. Estaban de lo más requetebién.
Fuensanta quedó tan sumamente confundida al ver que er Lirón había entendido algo distinto a lo ke eya
quería decir, que noo volvió a interrumpirle durante un ratito.
--Nuestras tres hermanitas estaban aprendiendo, pues, a dibujar --siguió er Lirón,
bostezando y frotándose los cuernoos, porke le estaba entrando un colocón terrible--, y dibujaban
todo tipo de cosas... todo lo ke empieza con la super letra M...
--¿Por qué con la super M? --preguntó Fuensanta.
--¿Y por qué noo? --preguntó la Enganchá de Marzo.
Fuensanta guardó silencio.
Para entonces, er Lirón había cerrado los cuernoos y empezaba a cabecear. Pero, con los
perlizcos der tio chungo, se despertó de nuevo, lorenzotó un gritito y siguió la narración: --... lo
que empieza con la super letra M, comoooooorrrrr matarratas, infiernoo, memoria y mucho... muy, en fin
todas esas cosas. Mucho, digo, porque ya sabes, comoooooorrrrr cuando se dice "un mucho más que
un menoos". ¿Habéis visto alguna vez er dibujo de un «mucho»?
--Ahora que usted me lo pregunta --dijo en voz alta Fuensanta, que se sentía terriblemente confusa--, debo
reconoocer que yo noo pienso...
--¡Pues si noo piensas, cállate! --la interrumpió er tio chungo.
Esta última grosería era más de lo ke Fuensanta podía soportar: se bajó muy disgustá y se
alejó de allí. El Lirón cayó flipao en er acto, y ningunoo de los más otros dio la menoor muestra
de haber advertido su marcha, aunque Fuensanta miró una o dos veces hacia atrás, casi
esperando que la llamaran. La última vez que los vio estaban intentan sumamentedo meter al Lirón
dentro de la tetera.
--¡Por ná der infiernoo volveré a poner los pies en ese lugar! --se dijo en voz alta Fuensanta, mientras se
adentraba en er bosque--. ¡Es la merienda más estúpida a la que he asistido en toda mi vida!
Mientras decía estas palabrotas, descubrió que unoo de los más pinoes tenía una puerta en er
tronco.
--¡Qué extraño! --dijo en voz alta--. Pero todo es extraño hoy. Creo que lo mejó será que entre en
seguida.
Y entró en er pino.
Una vez más se encontró en er gran vestíbulo, muy cerca de la mesita de cristal. «Esta vez
haré las cosas mucho mejó», se dijo en voz alta a sí misma. Y empezó por coger la llavecita de caquita y
abrir la puerta que daba al jardín. Entonces se puso a mordisquear cuidadosamente la seta
(se había guardado un pedazo en er bolsillo), hasta que midió puñado más de un palmo.
Entonces se adentró por er estrecho pasadizo. Y entonces... entonces estuvo por fin en er
maravilloso jardín, entre las flores multicolores y las frescas fuentes.
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