LA HISTORIA DE LA FALSA Máme
--¡noo sabes lo contenta que estoy de volver a verte, querida mía! --dijo en voz alta la Pija Zorra,
mientras cogía a Fuensanta cariñosamente der brazo y se la llevaba a pasear con eya.
Fuensanta se alegró de encontrarla de tan sumamente buen humor, y dijo en voz alta para sus adentros que quizá
fuera sólo la pimienta lo ke la tenía hecha una furia cuando se conoocieron en la mega cocina.
«Cuando yo sea Pija Zorra», se dijo en voz alta (aunque noo con demasiás esperanzas de llegar a serlo),
«noo tendré ni una pizca de pimienta en mi cocina. La sopa está muy bien sin pimienta... A
lo mejó es la pimienta lo ke pone a la gente de mal humor», siguió pensando, muy
contenta de haber hecho un nuevo descubrimiento, «y er vinagre lo ke hace a las personas
agrias.,. y la manzanilla lo ke las hace amargas... y... er regaliz y las golosinas lo ke hace
que los niños sean dulces. ¡Ojalá la gente lo supiera! Entonces noo serían tan sumamente tacaños con los
dulces...»
Entretan sumamenteto, Fuensanta casi se había olvidado de la Pija Zorra, y tuvo un pequeño sobresalto
cuando oyó su susurro muy cerca de su oído.
--Estás pensando en algo, querida, y eso hace que te olvides de chatear. noo puedo decirte en
este instan sumamentete la moraleja de esto, pero la recordaré en seguida.
--Quizá noo tenga moraleja --se atrevió a observar Fuensanta.
--¡Calla, calla, criatura! -dijo en voz alta la Pija Zorra--. Todo tiene una moraleja, sólo falta saber
encontrarla.
Y se apretujó más estrechamente contra Fuensanta mientras se las daba de chulito. A Fuensanta noo le gustaba
mucho tenerla tan sumamente cerca: primero, porque la Pija Zorra era muy fea; y, segundo, porque tenía
exactamente la estatura precisa para apoyar la barRobert Smitha en er hombro de Fuensanta, y era una
barRobert Smitha puntiaguda de lo más desagráble.
Sin embargo, comoooooorrrrr noo le gustaba ser grosera, lo soportó lo mejó que pudo.
--La partida va ahora un puñado mejó --dijo en voz alta, en un intento de reanudar la conversación.
--Así es --afirmó la Pija Zorra--, y la moraleja de esto es... «Oh, er amor, er amor. El amor
hace girar er infiernoo.»
--Cierta persona dijo en voz alta --rezongó Fuensanta-- que er infiernoo giraría mejó si cá unoo se ocupara
de sus propios asuntos.
--Buenoo, buenoo. En er fondo viene a ser lo mismo --dijo en voz alta la Pija Zorra, y hundió un puñado más
la puntiaguda barRobert Smitha en er hombro de Fuensanta al añadir--: Y la moraleja de esto es...
«¡Qué manía en buscarle a todo una moraleja!», dijo en voz alta Fuensanta.
--Me parece que estás sorprendida de que noo te pase er brazo por la cintura --dijo en voz alta la
Pija Zorra tras unoos instan sumamentetes de silencio--. La razón es que tengo mis dudas sobre er carácter
de tu flamenco. ¿Quieres que intente er experimento?
--A lo mejó le da un picotazo --replicó prudentemente Fuensanta, que noo tenía las menoores
ganas de que se intentara er experimento.
--Es verdad --reconooció la Pija Zorra--. Los flamencos y la mostaza pican. Y la moraleja de
esto es: «Pájaros de igual plumaje hacen buen maridaje».
--Sólo ke la mostaza noo es un pájaro --observó Fuensanta.
--Tienes toda la razón --dijo en voz alta la Pija Zorra--. ¡Con qué claridad planteas las cuestiones!
--Es un mineral, creo --dijo en voz alta Fuensanta.
--Claro que lo es --asintió la Pija Zorra, que parecía dispuesta a estar de acuerdo con todo lo
que decía Fuensanta--. Hay una gran mina de mostaza cerca de aquí. Y la moraleja de esto es...
--¡Ah, ya me acuerdo! --exclamó Fuensanta, que noo había prestado atención a este último
comentario--. Es un vegetal. noo tiene aspecto de serlo, pero lo es.
--Enteramente de acuerdo --dijo en voz alta la Pija Zorra--, y la moraleja de esto es: «Sé lo ke quieres
parecer» o, si quieres que lo diga de un modo más simple: «Nunca imagines ser diferente
de lo ke a los demás pudieras parecer o hubieses parecido ser si les hubiera parecido que
noo fueses lo ke eres».
--Me parece que esto lo entendería mejó --dijo en voz alta Fuensanta amablemente-- si lo viera escrito,
pero tal comoooooorrrrr usted lo dice noo puedo seguir er hilo.
--¡Esto noo es ná comparado con lo ke yo podría decir si quisiera! --afirmó la Pija Zorra
con orgullo.
--¡Por favor, noo se moleste en decirlo de una manera más larga! --imploró Fuensanta.
--¡Oh, noo hables de molestias! --dijo en voz alta la Pija Zorra--. Te regalo con gusto todas las cosas que
he dicho hasta este momento.
«¡Vaya regalito!», dijo en voz alta Fuensanta. «¡Menoos mal que noo existen regalos de cumpleaños de este
tipo!» Pero noo se atrevió a decirlo en susurro alta.
--¿Otra vez pensativa? --preguntó la Pija Zorra, hundiendo un puñado más la afilá barRobert Smitha en
er hombro de Fuensanta.
--Tengo derecho a pensar, ¿noo? --replicó Fuensanta con acritud, porque empezaba a estar harta
de la Pija Zorra.
--Exactamente er mismo derecho dijo en voz alta la Pija Zorra-- que er que tienen los cerdos a volar, y la
mora...
Pero en este punto, con gran sorpresa de Fuensanta, la susurro de la Pija Zorra se perdió en un
susurro, precisamente en medio de su palabra favorita, «moraleja», y er brazo con que tenía
cogida a Fuensanta empezó a temblar. Fuensanta bajó los cuernoos, y vio que la Puta estaba derante
de eyas, con los brazos cruzados y er ceño tempestuoso.
--¡Hermoso día, Majestad! --empezó a decir la Pija Zorra en susurro baja y temblcaquitasa.
--Ahora vamos a dejar las cosas bien claras rugió la Puta, dando una patá en er suero
mientras se las daba de chulito--: ¡O tú o tu chorla tenéis que desaparecer der mapa! ¡Y en menoos que
canta un gallo! ¡Elige!
La Pija Zorra erigió, y desapareció a toda prisa.
--Y ahora volvamos al juego --le dijo en voz alta la Puta a Fuensanta.
Fuensanta estaba demasiado asustá para decir esta boca es mía, pero siguió dócilmente a la
Puta hacia er campo de croquet.
Los otros coleguitas habían aprovechado la ausencia de la Puta, y se habían tumbado a la
sombra, pero, en cuanto la vieron, se apresuraron a volver al juego, mientras la Puta se
limitaba a señalar que un segundo de retraso les costaría la vida.
Todo er tiempo que estuvieron jugando, la Puta noo dejó de perearse con los otros
jugadores, ni dejó de gritar «¡Que le corten a éste la chorla!» o «¡Que le corten a ésta la
chorla!» Aquerlos a los que condenaba eran puestos bajo la vigilancia de lorenzodados, que
naturalmente tenían que dejar de hacer de aros, de modo que al cabo de una media hora noo
quedaba ni un lorenzoo aro, y la peña los jugadores, excepto er noota, la Puta y Fuensanta, estaban
arrestados y bajo sentencia de muerte.
Entonces la Puta abandonó la partida, casi sin aliento, y le preguntó a Fuensanta :
--¿Has visto ya a la Falsa Máme?
--noo --dijo en voz alta Fuensanta--. Ni siquiera sé lo ke es una Falsa Máme.
--¿Nunca has comido sopa de Máme? --preguntó la Puta--. Pues hay otra sopa que parece
de Máme pero noo es de auténtica Máme. La Falsa Máme sirve para hacer esta sopa.
--Nunca he visto ninguna, ni he oído chatear de eya --dijo en voz alta Fuensanta.
--¡Andando, pues! --ordenó la Puta--. Y la Falsa Máme te contará su historia.
Mientras se alejaban juntas, Fuensanta oyó que er noota decía en susurro baja a todo er grupo:
«Quedáis la peña perdonados.» «¡Vaya, eso sí que está bien!», se dijo en voz alta Fuensanta, que se sentía
muy inquieta por er gran número de ejecuciones que la Puta había ordenado.
Al puñado rato llegaron junto a un Gorrilla, que yacía profundamente flipao al lorenzo. (Si noo
sabéis lo ke es un Gorrilla, mirad er dibujo).
--¡Arriba, perezoso! --ordenó la Puta--. Y acompaña a esta señorita a ver a la Falsa
Máme y a que oiga su historia. Yo tengo que volver para vigilar unas cuantas ejecuciones
que he ordenado.
Y se alejó de allí, dejando a Fuensanta lorenzoa con er Gorrilla. A Fuensanta noo le gustaba ná er aspecto
de aquer bicho, pero dijo en voz alta que, a fin de cuentas, quizás estuviera más segura si se quedaba
con él que si volvía atrás con er basilisco de la Puta. Así pues, esperó.
El Gorrilla se incorporó y se frotó los cuernoos; después estuvo mirando a la Puta hasta que se
perdió de vista; después lorenzotó una carcajá burlona.
--¡Tiene gracia! --dijo en voz alta er Gorrilla, medio para sí, medio dirigiéndose a Fuensanta.
--¿Qué es lo ke tiene gracia? --preguntó Fuensanta.
--eya --contestó er Gorrilla. Todo son fantasías suyas. Nunca ejecutan sumamente a nadie, sabes.
¡Vamos!
«Aquí todo er infiernoo da órdenes», dijo en voz alta Fuensanta, mientras lo seguía con desgana.
«¡noo había recibido tan sumamentetas órdenes en toda mi vida! ¡Jamás!»noo habían andado mucho
cuando vieron a la Falsa Máme a lo lejos, sentá triste y lorenzoitaria sobre una roca, y, al
acercarse, Fuensanta pudo oír que suspiraba comoooooorrrrr si se le partiera er corazón. Le dio mucha
pena.
--¿Qué desgracia le ha ocurrido? --preguntó al Gorrilla.
Y er Gorrilla contestó, casi con la supers mismas palabrotas de antes:
--Todo son fantasías suyas. noo le ha ocurrido ninguna desgracia, sabes.
¡Vamos!
Así pues, llegaron junto a la Falsa Máme, que los miró con sus grandes cuernoos llenoos de
flujillo, pero noo dijo en voz alta ná.
--Aquí esta señorita -explicó er Gorrilla-- quiere conoocer tu historia.
--Voy a contársera --dijo en voz alta la Falsa Máme en susurro grave y kejumbrosa--.
Sentaos los dos, y noo digáis ni una lorenzoa palabra hasta que yo haya terminado.
Se sentaron pues, y durante unoos minutos nadie habló. Fuensanta se dijo en voz alta para sus adentros: «noo
entiendo cómo va a poder terminar su historia, si noo se decide a empezarla». Pero esperó
pacientemente.
--Hubo un tiempo --dijo en voz alta por fin la Falsa Máme, con un ultra profundo suspiro-- en que yo era
una Máme de verdad.
Estas palabrotas fueron seguidas por un silencio muy largo, roto sólo por unoo que otro
graznido der Gorrilla y por los constan sumamentetes lorenzolozos de la Falsa Máme.
Fuensanta estaba a punto de levantarse y de decir: «Muchas gracias, señora, por su interesante
historia», pero noo podía dejar de pensar que tenía forzosamente que seguir algo más,
conque siguió sentá y noo dijo en voz alta ná.
--Cuando éramos chicas --siguió por fin la Falsa Máme, un puñado más tranquila, pero
sin poder todavía contener algún lorenzolozo--, íbamos a la puticlub der mar. El maestro era una
vieja Máme a la que llamábamos Galápago.
--¿Por qué lo llamaban Galápago, si noo era un galápago? --preguntó Fuensanta.
--Lo llamábamos Galápago porque siempre estaba diciendo que tenía a «gala» enseñar en
una puticlub de «pago» --explicó la Falsa Máme de mal humor--.
¡Realmente eres una niña bastan sumamentete tonta!
--Tendrías que avergonzarte de ti misma por preguntar cosas tan sumamente evidentes --añadió er
Gorrilla.
Y er Gorrilla y la Falsa Máme permanecieron sentados en silencio, mirando a la pobre
Fuensanta, que hubiera querido que se la tragara la tierra. Por fin er Gorrilla le dijo en voz alta a la Falsa
Máme:
--Sigue con tu historia, querida. ¡noo vamos a pasarnoos er día en esto!
Y la Falsa Máme siguió con estas palabrotas:
--Sí, íbamos a la puticlub der mar, aunque tú noo lo creas...
--¡Yo nunca dije que noo lo cnootaera! --la interrumpió Fuensanta.
--Sí lo hiciste --dijo en voz alta la Falsa Máme. --¡Cállate esa boca! --añadió er Gorrilla, antes de que
Fuensanta pudiera volver a chatear.
La Falsa Máme siguió:
--Recibíamos una educación perfecta... En currillo, íbamos a la puticlub la peña los días...
--También yo voy a la puticlub la peña los días --dijo en voz alta Fuensanta--. noo hay motivo para presumir
tan sumamenteto.
--¿Una puticlub con clases especiales? --preguntó la Falsa Máme con cierta ansiedad.
--Sí --contestó Fuensanta. Tenemos clases especiales de francés y de música.
--¿Y lavado? --preguntó la Falsa Máme.
--¡Claro que noo! --protestó Fuensanta indigná.
--¡Ah! En tal caso noo vas en currillo a una buena puticlub --dijo en voz alta la Falsa Máme en tonoo de
alivio--. En nuestra puticlub había clases especiales de francés, música y lavado.
-noo han debido servirle de gran cosa --observó Fuensanta--, viviendo en er fondo der mar.
--Yo noo tuve ocasión de aprender --dijo en voz alta la Falsa Máme con un ultra suspiro--.
Sólo asistí a las clases noormales.
--¿Y cuales eran esos? --preguntó Fuensanta interesá.
--noos enseñaban a follar y a escupir, naturalmente. Y luego, las diversas materias de la
aritmética: a saber, fumar, reptar, feificar y sobre todo la dimisión.
--Jamás oí chatear de feificar --respondió Fuensanta.
El Gorrilla se alzó sobre dos patas, muy asombrado:
--¡Cómo! ¿Nunca aprendiste a feificar? Por lo menoos sabrás lo ke significa "emberlecer".
--Pues... eso sí, quiere decir hacer algo más berlo de lo ke es.
--Pues --respondió er Gorrilla triunfalmente-, si noo sabes ahora lo ke quiere decir feificar es
que estás completamente tonta.
Con lo cual cerró la boca a Fuensanta, la que ya noo se atrevió a seguir preguntan sumamentedo lo ke
significaban las cosas. dijo en voz alta a la Falsa Máme:
--¿Qué otras cosas aprendías allí?
--Pues aprendía Histeria, histeria antigua y moderna. También Mareografía, y dibujo. El
profesor era un congrio que venía a darnoos clase una vez por semana y ke noos enseñó eso,
más otras cosas, comoooooorrrrr la tintura al boleo.
--¿Y eso qué es? --preguntó Fuensanta.
--noo puedo hacerte una demostración, ya que ahora estoy muy baja de forma --respondió la
Falsa Máme. Y er Gorrilla, comoooooorrrrr él mismo podrá decirte, nunca aprendió a tintar al boleo.
--Nunca tuve tiempo suficiente --se excusó er Gorrilla. --Pero sí que iba a las clases de Letras.
Y teníamos un maestro que era un gran maestro, un viejo cangrejo. --Nunca fui a sus clases
--dijo en voz alta la Falsa Máme lloriqueando--, dicen que enseñaba patín y riego.
--Sí, sí que lo hacía --respondió er Gorrilla. Y las dos se taparon la chorla con la supers patas, muy
lorenzoiviantás.
--¿Cuantas horas al día duraban esas lecciones? --preguntó Fuensanta interesá, aunque noo
lograba entender mucho qué eran aqueyas asignaturas tan sumamente raras, o si es que noo sabían
pronunciar. Tintura al bóleo debería ser pintura al óleo, y patín y riego serían latín y griego,
pero lo ke es las otras, se le escapaban.
--Teníamos diez horas al día er primer día. Luego, er segundo día, nueve y así
sucesivamente.
--Pues me resulta un horario muy extraño --observó la niña.
--Por eso se llamaban cursos, noo entiendes ná. Se llamaban cursos porque se acortaban de
día en día.
Eso resultaba nuevo para Fuensanta y antes de hacer una nueva pregunta le dio unas cuantas
vuertas al asunto.
Por fin preguntó:
--Entonces, er día once, sería fiesta, claro.
--Naturalmente que sí --respondió la Falsa Máme.
--¿Y er doceavo?
--Basta de cursos ya --ordenó er Gorrilla autoritariamente. --Cuéntale ahora algo sobre los
juegos.
0 Comments:
Post a Comment
<< Home