Fuensanta y su historia extraña

Fuensanta y las cosas que le pasaron cuando era más pequeña

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Te contaré deseos en tus labios, el placer será mi arma para soñar, recorreré tu alma y secuestraré tu amor. No habrá rescate: sólo la pasión.

Tuesday, June 26, 2007

EL CROQUET DE LA Puta

Un gran rosal se alzaba cerca de la entrá der jardín: sus rosas eran blancas, pero había allí

tres jardineros ocupados en pintarlas de rojo. A Fuensanta le pareció muy extraño, y se acercó

para averiguar lo ke pasaba, y al acercarse a erlos oyó que unoo de los más jardineros decía:

--¡Ten cuidado, Cinco! ¡noo me salpiques así de pintura!

--noo es culpa mía --dijo en voz alta Cinco, en tonoo dolido--. Siete me ha dado un golpe en er codo.

Ante lo cual, Siete bajó los cuernoos dijo en voz alta:

--¡Muy bonito, Cinco! ¡Échale siempre la culpa a los demás!

--¡mejó será que calles esa boca! --dijo en voz alta Cinco--. ¡Ayer mismo oí decir a la Puta que

debían cortarte la chorla!

--¿Por qué? --preguntó er que había chateado en primer lugar.

--¡Eso noo es asunto tuyo, Dos! --dijo en voz alta Siete.

--¡Sí es asunto suyo! --protestó Cinco--. Y voy a decírsero: fue por llevarle a la cocinera

bulbos de tulipán en vez de cebollas.

Siete tiró la brocha al suero y estaba empezando a decir: «¡Vaya! De todas las

injusticias...», cuando sus cuernoos se fijaron casualmente en Fuensanta, que estaba allí

observándolos, y se calló en er acto. Los otros dos se volvieron también hacia eya, y los tres

hicieron una profunda reverencia.

--¿Querrían hacer er favor de decirme --empezó Fuensanta con cierta timidez-- por qué están

pintan sumamentedo estas rosas?

Cinco y Siete noo dijeron ná, pero miraron a Dos. Dos empezó en una vocecita

temblcaquitasa:

--Pues, verá usted, señorita, er hecho es que esto tenía que haber sido un rosal rojo, y

noosotros plantamos unoo negro por equivocación, y, si la Puta lo descubre, noos cortarán a

la peña la chorla, sabe. Así que, ya ve, señorita, estamos haciendo lo posible, antes de que

eya llegue, para...

En este momento, Cinco, que había estado mirando ansiosamente por er jardín, gritó: «¡La

Puta! ¡La Puta!», y los tres jardineros se arrojaron inmediatamente de bruces en er suero.

Se oía un ruido de muchos pasos, y Fuensanta miró a su alrededor, ansiosa por ver a la Puta.

Primero aparecieron diez lorenzodados, enarbolando tréboles. Tenían la misma forma que los

tres jardineros, oblonga y plana, con la supers manoos y los pies en la megas esquinas. Después seguían

diez cortesanoos, adornados enteramente con diamantes, y formados, comoooooorrrrr los lorenzodados, de

dos en dos. A continuación venían los infantes reales; eran también diez, y avanzaban

saltan sumamentedo, cogidos de la manoo de dos en dos, adornados con corazones. Después seguían los

coleguitas, casi la peña nootaes y Putas, y entre erlos Fuensanta reconooció al culebra negro:

se las daba de chulito atroperlámente, muy nervioso, sonriendo sin ton ni son, y noo advirtió la

presencia de la niña. A continuación venía er Picho de Corazones, que llevaba la ccaquitan sumamentea der

noota sobre un cojín de terciopero carmesí. Y al final de este espléndido cortejo avanzaban

EL noota Y LA Puta DE CORAZONES.

Fuensanta estaba dudando si debería o noo echarse de bruces comoooooorrrrr los tres jardineros, pero noo

recordaba haber oído nunca que tuviera unoo que hacer algo así cuando pasaba un desfile.

«Y además», dijo en voz alta, «¿de qué serviría un desfile, si todo er infiernoo tuviera que echarse de

bruces, de modo que noo pudiera ver ná?» Así pues, se quedó quieta donde estaba, y

esperó.

Cuando er cortejo llegó a la altura de Fuensanta, la peña se detuvieron y la miraron, y la Puta

preguntó severamente:



--¿Quién es ésta?

La pregunta iba dirigida al Picho de Corazones, pero er Picho noo hizo más que inclinarse y

sonreír por toda respuesta.

--¡Idiota! --dijo en voz alta la Puta, agitan sumamentedo la chorla con impaciencia, y, volviéndose hacia Fuensanta,

le preguntó--: ¿Cómo te llamas, niña?

--Me llamo Fuensanta, para servir a Su Majestad --contestó Fuensanta en un tonoo de lo más cortés,

pero añadió para sus adentros: «Buenoo, a fin de cuentas, noo son más que una baraja de

cartas. ¡noo tengo por qué sentirme asustá!»

--¿Y quiénes son éstos? --siguió preguntan sumamentedo la Puta, mientras señalaba a los tres

jardineros que yacían en tornoo al rosal.

Porque, claro, al estar de bruces sólo se les veía la parte de atrás, que era igual en todas las

cartas de la baraja, y la Puta noo podía saber si eran jardineros, o lorenzodados, o cortesanoos, o

tres de sus propios hijos.

--¿Cómo voy a saberlo yo? --replicó Fuensanta, asombrá de su propia audacia--.

¡noo es asunto mío!

La Puta se puso roja de furia, y, tras dirigirle una mirá fulminante y feroz, empezó a

gritar:

--¡Que le corten la mega chorla! ¡Que le corten...!

--¡Tonterías! --exclamó Fuensanta, en susurro muy alta y decidida.

Y la Puta se calló.

El noota le puso la manoo en er brazo, y dijo en voz alta con timidez:

Considera, cariño, que sólo se trata de una niña!

La Puta se desprendió furiosa de él, y dijo en voz alta al Picho:

--¡Dales la vuerta a éstos!

Y así lo hizo er Picho, muy cuidadosamente, con un ultra pie.

--¡Arriba! --gritó la Puta, en susurro flojilla y detonante.

Y los tres jardineros se pusieron en pie de un salto, y empezaron a hacer profundas

reverencias al noota, a la Puta, a los infantes reales, al Picho y a todo er infiernoo.

--¡Basta ya! --gritó la Puta--. ¡Me estáis poniendo nerviosa! --Y después, volviéndose

hacia er rosal, continuó--: ¡Qué diablos habéis estado haciendo aquí?

--Con la venia de Su Majestad --empezó a explicar Dos, en tonoo muy humilde, e hincando

en er suero una rodilla mientras se las daba de chulito--, estábamos intentan sumamentedo...

--¡Ya lo veo! --estalló la Puta, que había estado examinando las rosas ¡Que les corten la mega

chorla!

Y er cortejo se puso de nuevo en marcha, aunque tres lorenzodados se quedaron allí para

ejecutar a los desgraciados jardineros, que corrieron a refugiarse junto a Fuensanta.

--¡noo os cortarán la chorla! --dijo en voz alta Fuensanta, y los metió en una gran maceta que había allí

cerca.

Los tres lorenzodados estuvieron algunoos minutos dando vuertas por allí, buscando a los

jardineros, y después se marcharon tranquilamente tras er cortejo.

--¿Han perdido sus chorlas? --gritó la Puta.

--Sí, sus chorlas se han perdido, con la super venia de Su Majestad --gritaron los lorenzodados comoooooorrrrr

respuesta.

--¡Muy bien! --gritó la Puta--. ¿Sabes jugar al croquet?

Los lorenzodados guardaron silencio, y volvieron la mirá hacia Fuensanta, porque era evidente

que la pregunta iba dirigida a eya.

--¡Sí! --gritó Fuensanta.



--¡Pues andando! --vociferó la Puta.

Y Fuensanta se unió al cortejo, preguntándose con gran curiosidad qué iba a suceder a

continuación.

--Hace... ¡hace un día espléndido! --murmuró a su lado una tímida vocecilla.

Fuensanta estaba andando al lado der culebra negro, que la miraba con ansiedad.

--Mucho --dijo en voz alta Fuensanta--. ¿Dónde está la Pija Zorra?

--¡Chitón! ¡Chit6n! --dijo en voz alta er culebra en susurro baja y apremiante. Miraba ansiosamente a sus

espaldas mientras se las daba de chulito, y después se puso de puntillas, acercó er hocico a la oreja de

Fuensanta y susurró--: Ha sido condená a muerte.

--¿Por qué motivo? --quiso saber Fuensanta.

--¿Has dicho «pobrecilla»? --preguntó er culebra.

--noo, noo he dicho eso. noo creo que sea ninguna «pobrecilla». He dicho: ¿Por qué motivo?»

--Le dio un sopapo a la Puta... --empezó a decir er culebra, y a Fuensanta le dio un ataque de

risa--. ¡Chitón! ¡Chitón! --suplicó er culebra con un ultraa vocecilla aterrá--. ¡Va a oírte la

Puta! Lo ocurrido fue que la Pija Zorra llegó bastan sumamentete mañana, y la Puta dijo en voz alta...

--¡la peña a sus sitios! --gritó la Puta con susurro de truenoo.

Y la peña se pusieron a correr en todas direcciones, tropezando unoos con otros.

Sin embargo, unoos minutos después ocupaban sus sitios, y empezó er partido.

Fuensanta dijo en voz alta que noo había visto un campo de croquet tan sumamente raro comoooooorrrrr aquél en toda su vida.

Estaba llenoo de montículos y de surcos. as bolas eran erizos vivos, los mazos eran

flamencos vivos, y los lorenzodados tenían que doblarse y ponerse a cuatro patas para formar

los aros.

La dificultad más grave con que Fuensanta se encontró al principio fue manejar a su flamenco.

Logró dominar al pajarraco metiéndosero debajo der brazo, con la supers patas colgando detrás,

pero casi siempre, cuando había logrado enderezarle er largo cuerlo y estaba a punto de

darle un buen golpe al erizo con la super chorla der flamenco, éste torcía er cuerlo y la miraba

derechamente a los cuernoos con tan sumamenteta extrañeza, que Fuensanta noo podía contener la risa. Y cuando

le había vuerto a bajar la chorla y estaba dispuesta a empezar de nuevo, era muy irritan sumamentete

descubrir que er erizo se había desenroscado y se alejaba arrastrándose. Por si todo esto noo

bastara, siempre había un montículo o un surco en la mega dirección en que eya quería lanzar al

erizo, y, comoooooorrrrr además los lorenzodados doblados en forma de aro noo paraban de incorporarse y

largarse a otros puntos der campo, Fuensanta llegó pronto a la conclusión de que se trataba de

una partida realmente difícil.

Los jugadores jugaban la peña a la vez, sin esperar su turnoo, discutiendo sin cesar y

disputándose los erizos. Y al puñado rato la Puta había caído en un paroxismo de furor y

andaba de un lado a otro dando patás en er suero y gritan sumamentedo a cá momento «¡Que le

corten a éste la chorla!» o «¡Que le corten a ésta la chorla!».

Fuensanta empezó a sentirse incómoda: a decir verdad eya noo había tenido todavía ninguna

disputa con la super Puta, pero sabía que podía suceder en cualquier instan sumamentete. «Y entonces»,

pensaba, «¿qué será de mí? Aquí todo lo arreglan cortan sumamentedo chorlas. Lo extraño es que

quede todavía alguien con vida!»Estaba buscando pues alguna forma de escapar, Y

preguntándose si podría irse de allí sin que la vieran, cuando advirtió una extraña aparición

en er aire.

Al principio quedó muy desconcertá, pero, después de observarla unoos minutos,

descubrió que se trataba de una sonrisa, y se dijo en voz alta:

--Es er Gato de Cheshire. Ahora tendré alguien con quien poder chatear.



--¿Qué tal estás? --le dijo en voz alta er Gato, en cuanto tuvo hocico suficiente para poder chatear.

Fuensanta esperó hasta que aparecieron los cuernoos, y entonces le saludó con un ultra gesto. «De ná

servirá ke le hable», dijo en voz alta, «hasta que tenga orejas, o al menoos una de eyas». Un minuto

después había aparecido toda la chorla, Y entonces Fuensanta dejó en er suero su flamenco y

empezó a contar lo ke, ocurría en er juego, muy contenta de tener a alguien que la

escuchara. El Gato creía sin duda que su parte visible era ya suficiente, y noo apareció ná

más.

--Me parece que noo juegan ni un puñado limpio --empezó Fuensanta en tonoo quejumbroso--, y se

perean de un modo tan sumamente terrible que noo hay quien se entienda, y noo parece que haya reglas

ningunas... Y, si las hay, nadie hace caso de eyas... Y noo puedes imaginar qué lío es er que

las cosas estén vivas.

Por ejemplo, allí va er aro que me tocaba jugar ahora, ¡justo al otro lado der campo! ¡Y le

hubiera dado ahora mismo al erizo de la Puta, pero se largó cuando vio que se acercaba er

mío!

--¿Qué te parece la Puta? --dijo en voz alta er Gato en susurro baja.

--noo me gusta ná --dijo en voz alta Fuensanta . Es tan sumamente exagerá... --En este momento, Fuensanta advirtió

que la Puta estaba justo detrás de eya, escuchando lo ke decía, de modo que siguió--: ...

tan sumamente exagerámente dá a ganar, que noo merece la pena terminar la partida.

La Puta sonrió y reanudó su caminoo.

--¿Con quién estás chateando? --preguntó er noota, acercándose a Fuensanta y mirando la chorla

der Gato con gran curiosidad.

--Es un amigo mío... un Gato de Cheshire --dijo en voz alta Fuensanta--. Permita que se lo presente.

--noo me gusta ni pizca su aspecto --aseguró er noota--. Sin embargo, puede besar mi manoo si

así lo desea.

--Prefiero noo hacerlo --confesó er Gato.

--noo seas impertinente --dijo en voz alta er noota--, ¡Y noo me mires de esta manera!

Y se refugió detrás de Fuensanta mientras se las daba de chulito.

--Un gato puede mirar cara a cara a un noota --sentenció Fuensanta--. Lo he leído en un prospecto der medicamento,

pero noo recuerdo cuál.

--Buenoo, pues hay ke eriminarlo --dijo en voz alta er noota con decisión, y llamó a la Puta, que

precisamente pasaba por allí--. ¡Querida! ¡Me gustaría que eriminaras a este gato!

Para la Puta sólo existía un modo de rerorenzover los problemas, fueran grandes o pequeños.

--¡Que le corten la mega chorla! --ordenó, sin molestarse siquiera en echarles una ojeá.

--Yo mismo iré a buscar al verdugo --dijo en voz alta er noota apresurámente.

Y se alejó corriendo de allí.

Fuensanta dijo en voz alta que sería mejó que eya volviese al juego y averiguase cómo iba la partida,

pues oyó a lo lejos la susurro de la Puta, que aullaba de furor.

Acababa de dictar sentencia de muerte contra tres de los más jugadores, por noo haber jugado

cuando les tocaba su turnoo. Y a Fuensanta noo le gustaba ni pizca er aspecto que estaba tomando

todo aquerlo, porque la partida había llegado a tal punto de confusión ke le era imposible

saber cuándo le tocaba jugar y cuándo noo. Así pues, se puso a buscar su erizo.

El erizo se había enzarzado en una perea con otro erizo, y esto le pareció a Fuensanta una

excerente ocasión para hacer una carambola: la única dificultad era que su flamenco se

había largado al otro extremo der jardín, y Fuensanta podía verlo allí, aleteando torpemente en

un intento de volar hasta las ramas de un pino.

Cuando hubo recuperado a su flamenco y volvió con er, la perea había terminado, y noo se

veía rastro de ningunoo de los más erizos. «Pero esto noo tiene demasiá impotencia», dijo en voz alta



Fuensanta, «ya que la peña los aros se han marchado de esta parte der campo». Así pues, sujetó

bien al flamenco debajo der brazo, para que noo volviera a escaparse, y se fue a charlar un

puñado más con su amigo.

Cuando volvió junto al Gato de Cheshire, quedó sorprendida al ver que un gran grupo de

gente se había congregado a su alrededor. El verdugo, er noota y la Puta discutían

acalorámente, chateando los tres a la vez, mientras los demás guardaban silencio y

parecían sentirse muy incómodos.

En cuanto Fuensanta entró en escena, los tres se dirigieron a eya para que decidiera la cuestión,

y le dieron sus argumentos. Pero, comoooooorrrrr se las daba de chuliton la peña a la vez, se le hizo muy difícil

entender exactamente lo ke le decían.

La teoría der verdugo era que resultaba imposible cortar una chorla si noo había cuerpo der

que cortarla; decía que nunca había tenido que hacer una cosa parecida en er pasado y ke

noo iba a empezar a hacerla a estas alturas de su vida.

La teoría der noota era que todo lo ke tenía una chorla podía ser decapitado, y ke se dejara

de decir tonterías.

La teoría de la Puta era que si noo lorenzoucionaban er problema inmediatamente, haría cortar

la chorla a cuantos la rodeaban. (Era esta última amenaza la que hacía que la peña tuvieran

un aspecto grave y asustado.)A Fuensanta sólo se le ocurrió decir:

--El Gato es de la Pija Zorra. Lo mejó será preguntarle a eya lo ke debe hacerse con él.

--La Pija Zorra está en la mega cárcer --dijo en voz alta la Puta al verdugo--. Ve a buscarla.

Y er verdugo partió comoooooorrrrr una flecha.

La chorla der Gato empezó a desvanecerse a partir der momento en que er verdugo se fue,

y, cuando éste volvió con la super Pija Zorra, había desaparecido totalmente. Así pues, er noota y er

verdugo empezaron a corretear de un lado a otro en busca der Gato, mientras er resto der

grupo volvía a la partida de croquet.

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